La obra de Andrea Martinetti es una producción cargada de
sentido y no puede ser pensada al margen de este momento de América del
Sur.
Las coordenadas de tiempo y espacio nos acercan a un
lenguaje pleno de goce y alegría, pero que también deja traslucir las duras
condiciones que el presente impone. Desde su poética se refiere al crucial
debate cultural y esta obra, nueva en nuestra identidad rioplatense, irrumpe
y se coloca en la espiral de fuerza de este pueblo también nuevo.
Las construcciones de Martinetti, metáfora de su espacio
interior, privilegian los mitos del imaginario social y mitologizan una
historia cargada de magia y dramatismo. Ella así lo siente y lo está
desarrollando en profundidad.
Nos invita a transitar por la memoria americana y sin
embargo, al mismo tiempo, lo irreal de la “ficción” siempre creada por el
artista nos conduce a ese espacio impreciso y fluctuante ante lo cognoscible
y lo que no es.
Ante las puertas del siglo veintiuno, todos nosotros y
las expresiones artísticas en particular, seguramente se reconcentrarán y
volverán los ojos hacia adentro, en un intento de reflexión que nos ayude a
cruzar el temido y deseado umbral del nuevo milenio que nos está aguardando.
1999
Pelusa Borthwick |