Por qué pinto
Porque me articulo de esa
manera con el aquí, el ahora y el mundo. Podría decir, recién pintando es
que despierto.
No es siempre seguro que lo
logre, pero trabajar significa esa chance. Es la posibilidad de mayor
conciencia. Recién en ese estado siento que puedo servir, o quizás se trata
simplemente de encajar más perfectamente o menos defectuosamente en mí y en
el mundo.
Creo que puedo llamar a ese
estado, lo real.
La búsqueda de lo real es
el motor. Pero no es de cualquier manera que eso puede suceder. Como en
todas las cosas
—valga la amplitud— se requiere equilibrio, autodominio o templanza... O sea
que sólo queda seguir trabajando.
Mucho me he peleado
queriendo fundamentar que un cuadro no tiene otro
significado, que no quiero decir ninguna otra cosa más que lo que está ahí
adelante, lo que ha llegado a tener precisamente esa forma, ese aspecto. Y
que no puedo sustituirlo por palabras.
Independientemente de la
probabilidad de que me vuelva a pelear —siempre es eso posible—, ahora
entiendo algo más y es que la condición de lo real, no es qué
significa (esto o aquello) sino precisamente que sea, su condición
de ser.
Otras cuestiones vinculadas
a lo que hago, pero referidas a lo plástico en sí o a la estética en
general, para mí quedan subordinadas por completo a lo anterior. En
este sentido, no estoy consustanciada con ningún criterio de análisis que
quiera argumentar.
Sí valoro
que mi trabajo pudiera conectar de verdad con dos variables: la época y el
lugar que habito.
Junio de 2009
|